
Greenpeace está de aniversario. En el año 1971, un 15 de setiembre, un pequeño barco zarpó desde la ciudad de Vancouver con destino a las Islas Aleutianas, en Alaska. Sus tripulantes, una serie de activistas ecologistas, buscaban impedir un ensayo nuclear estadounidense en sus costas. Pese a que no consiguieron llegar a su destino, fueron interceptados por la Guardia Costera, su iniciativa despertó muchas simpatías y pronto se convirtieron en un movimiento serio e internacional en defensa del medio ambiente.
Cuarenta años después, ese movimiento, al que llamaron Greenpeace, tiene oficinas en 28 países distintos, y cuenta con más de 2,8 millones. Es una de las organizaciones internacionales más reconocidas y prestigiosas, fácilmente reconocible por algunas de sus protestas, caracterizadas por la originalidad y, en muchos casos, el riesgo. También por el pacifismo, siempre presente en todas sus movilizaciones.
De manera conmemorativa, a modo de regalo, la propia organización ha difundido un spot en el que resumen su amplía trayectoria. Una trayectoria que definen, de forma sutil, en las reacciones que sus campañas suelen tener en los grandes empresarios, esos vampiros del capitalismo que comen niños para desayunar y actúan como si el mundo fuera su chacra particular.
El anuncio, dirigido por Peter Thwaites, de la agencia Georgeous/Les Télécréateurs
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